Viña Mujeres Itata es un pequeño viñedo fundado originalmente por don Bernardino Alarcón Ramírez en la década de 1930, ha sido cultivado y preservado por tres generaciones. Desde tiempos ancestrales, la familia se dedica a la poducción de vinos que reflejan la pasión por el terroir de Itata y el amor por lo que hacemos para valorar el legado que nuestros antepasados nos dejaron.  Nuestra misión es proteger y cuidar lo que tenemos. Mejorar continuamente la producción de vinos de alta calidad fieles a su origen, usando metodos de cultivo respetuosos con la naturaleza, así como procesos de vinificación artesanales y simplistas. 

Hemos ido creciendo poco a poco, reconociendo la sublime relación entre la vid y la figura femenina, En su majestuosa naturaleza, ambas traen con fuerza la Vida, expresada en perfecto y mágico fruto.  Valoramos la fortaleza, perseverancia y resiliente grandeza de las bellas parras del secano costero de esta tierra antigua y hermosa que es Itata. 

En nuestro amoroso cuidado y resguardo, tanto de las parras como de sus frutos, velamos porque en su transformación nos sorprendan cada nuevo ciclo con magníficos brebajes, a todos quienes -desde diversos lugares y espacios- honramos la memoria ancestral de esta tierra y su gente.

Hoy, Viña Mujeres Itata, bajo el mando de María Loreto Alarcón Müffeler, tercera generación y primera mujer en la línea familiar, trae nuevos y renovados aires, procurando producir vinos con un fuerte sentido de identidad y que reflejen fiel y naturalmente su origen y la particularidad de este lugar dentro de Itata.

Dadas las características del suelo y las condiciones climáticas de la zona donde se arraiga el viñedo, sumado al entendimiento y la pasión ancestral por el cuidado de las viñas, la filosofía de Viña Mujeres Itata no podía ser otra que producir vinos que reflejen la potencialidad del cación. Aquí, priorizamos el sitio, más que un u otro enólogo con sus diugar, es decir, que denoten su origen, en esa simplicidad, buscamos no intervenir con un “estilo” de vinificación, que pueda traer un enólogo o hacedor de vinos en particular, sino que valoramos lo que ese sitio es capaz de entregar, idealmente en su mayor potencial, lo que sin duda dará origen a vinos únicos, honestos y con un fuerte sentido de identidad.

Esto, creemos, se logra también siguiendo el legado familiar de vivir “en” y “por” la viña, inmersos en su misterio, sus ciclos naturales, su fuerza inefable, y en su maravilloso potencial de producir un alimento único, íntimo, que no sólo refleje naturaleza sino también humanidad.